martes, abril 02, 2013

Sobre la corrida de Victorino en Arles

LOS TRES PRIMEROS victorinos fueron como tres gotas de agua. Más el escaparate que el fondo. Rondaron los 530 kilos, entrepelados los tres, bien puestos. Playero el primero, no tanto el segundo, hocico de rata el tercero. Degollados los tres. Si no hubiera sido como fue un mano a mano, o corrida de solo dos matadores, se habrían abierto en lotes distintos.
Los tres toros de la segunda parte dieron más volumen, más caja, más kilos. Quinto y sexto desigualaron una corrida bastante más pareja de lo que es costumbre en casa de Victorino. (...). El piso de plaza, castigado por una matinal de rejones, se había remullido y barrido tanto que para el impulso de los toros –especialmente los dos últimos- no dejó de ser una trampa de arena y en ella perdieron las manos unas cuantas veces.
Bien pegada en el caballo, la corrida no sangró  en exceso. Hubo toros peleones y revoltosos, como cuarto y quinto; con temple y ganas de embestir por abajo, como segundo y tercero; uno de mutante carácter, como el primero, que quiso a ratos y al final echó el cerrojo; y un último de corrida y feria, llamado Madrugador, que parecía apalancado en tierra ya gastada pero acabó viniendo a la voz y hasta los vuelos. Pero muy a última hora.
Barquerito

Fernando Robleño, que vistió el mismo terno grana y oro de su épica encerrona en Ceret. A su primero le faltó transmisión; con el azaroso quinto se la jugó a carta cabal -no en vano, resultó prendido pudiendo zafarse de la cornada de milagro-; y estuvo sensacional con el tercero, un animal que rompió a bueno tras "hacerlo" a base de oficio, alargándole las embestidas.
 El otro espada que completaba cartel, y que tampoco anda escaso de valor ni pundonor, era Javier Castaño. El salmantino ha tenido una tarde de menos a más: algo frío y desconfiado con su primero -el mejor Victorino de la tarde, que tomó cuatro puyazos-, hasta firmar una impecable faena, de coraje y oficio, al sexto. Tal vez la actuación que más me gustó fue su emocionante lidia al cuarto, dejándose llegar al toro de lejos, dándole todas las ventajas. Es de agradecer la manera en que Castaño enseña su lote, desde que se abre de capa hasta la estocada final.
Gloria Sánchez Grande 

Foto: Aplausos

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