martes, octubre 18, 2016

Manifiesto en defensa de la tauromaquia

La Tauromaquia sufre, desde un tiempo atrás, un feroz, simplista, ilegítimo e ilegal y a veces violento ataque desde sectores que defienden el animalismo en nuestra sociedad globalizada. Lo hemos sufrido en numerosas ocasiones, incluso en este mismo coso, escaparate universal del arte de lidiar toros. Sin embargo es preciso recordar a la sociedad, y a las autoridades, que el ancestral rito de la tauromaquia, cuyos valores tienen perfecta y ex-temporal vigencia en nuestra sociedad, está amparado y reconocido como patrimonio cultural inmaterial de España por una reciente Ley, la Ley 18/2013. Detrás de la liturgia taurina, que reivindicamos en su plenitud porque sólo en su integridad se funda y se sustenta, desde la crianza del toro bravo y la suerte de varas a la estocada que culmina el sacrificio del mismo, tótem hispánico por excelencia, se hacen manifiestos una pluralidad de valores que quisiéramos evidentes en sociedades del siglo XXI. El valor, el sacrificio, el afán de superación, la inteligencia, la técnica, la estética, la solidaridad aun a riesgo de la propia vida, no son sino una pequeña parte de esos valores que tanto echamos de menos en sociedades globalizadas, mercantilizadas, egoístas puramente consumistas o hedonistas, como las que se nos ofrecen todos los días en el proceso de aculturación que sufre España, como cualquier otro país de su entorno.
La Tauromaquia, caminando con paso firme a través de los tiempos, con un probado pasado de mucho más de un milenio en nuestra historia común, sigue siendo un referente de nuestro modo de pensar, de sentir; un rito que nos retrotrae al momento en el que el hombre deja de sentirse una parte más de la naturaleza y comprende que sólo en su superación, en su dominio, radica la posibilidad de perpetuación; un momento en que el hombre es ya consciente de sus auténticas capacidades. La tauromaquia recrea, cada día, ese enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza indómita, salvaje, fiera, en la que el ser humano sale triunfante, no sin pesar o sacrificio propios tantas veces. Ahí radica su honda justificación, su pervivencia a través de siglos y de intentos –mucho más justificados que los presentes- de abolición. Porque recordemos que esos pasados intentos prohibicionistas tenían al hombre como centro de atención: su alma y vida eterna; su propia vida física; su vida social, material y económica; la sociedad como receptora de esfuerzos y medios económicos supuestamente malgastados. Los actuales intentos de prohibición sólo se basan en un animalismo simplista que intenta anteponer la vida del animal frente, incluso, la del propio ser humano, la del lidiador que se enfrenta con gallardía y con mínimos recursos a la fiera. De ahí que a la par que pretenden defender la vida del toro, insulten, denigren y desprecien al ser humano, incluso deseándole la muerte. Intentos totalitarios de brindar derechos a los animales, a la misma altura, si no más, que los de los propios seres humanos.
Es por todo ello por lo que los aficionados exigimos de las autoridades una defensa mucho más clara, explícita y manifiesta de la tauromaquia y de la libertad que, amparada en nuestras leyes y en nuestra Constitución, nos permite la libre elección, la libertad de pensamiento, de aproximación a la cultura y su defensa a ultranza. La tauromaquia no sólo es cultura, como reconocen nuestras leyes, es parte de nuestra libertad.

Nota: Suscribimos esta iniciativa

1 comentario:

  1. Aunque mis pobres razonamientos no sean en este momento de una popularidad aplastante, creo que es necesario intentar exponer que la corrida de toros es algo mas que el enfrentamiento entre el hombre y la anturaleza indómita. Si este fuera el motivo único de la corrida, este anacrónico espectáculo no hubiera sobrevivido al siglo XIX. A partir de la invención de la maquina de vapor, se hizo evidente, que el hombre acabaria destruyendo el planeta mas o menos pronto. Por lo tanto, la metafora hombre-naturaleza, como eje de la tauromaquia es muy superficial. Cualquiera que haya leido el libro de Chaves-Nogales sobre Juan Belmonte,o el de Bergamín sobre Rafael de Paula, sabe que la problematica del torero cabal, es de índole esìritual y ética. Sin el planteamiento ético, no hay toreo verdadero posible. Es la ética la que obliga al torero a exponer. A dar ventaja al toro. A cargar la suerte. A torear con la izquierda. A matar en el hoyo de las agujas, haciendo la suerte a ley. Noay reglamento taurino que sea mas efectivo que la ética individual de cada torero, de cada ganadero, de cada espèctador. Por lo tanto, lo que justifica la existencia de la tauromaquia en el siglo XXI no es el dominio de la naturaleza, cosa que con los almacenes de cabezas nucleares, está mas que visto para sentencia. La justificación de la tauromaquia debe venir por la humanización de la vida y de la muerte, frente a la maquina, frente a la robotica y el consumo. En medio del ruedo, el ser humano solo y sin Dios que lo ampare, frente al miedo. El miedo al aaos y a la alienación. El toro representa el miedo a uno mismo y a un entorno social y economico hostil. En ese contexto, el torero es el maestro que muestra a los espectadores, con su ejemplo vivo, como comportarse en ese trance aterrador. Como vivir y morir humanamente. El torero como arquetipo en el que nos reconocemos, debe demostrar que para un ser humano cabal, el fin no justifica los medios. En definitiva, que la vida sin pasión y sin ética no es vida.JUANSINTIERRA

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