domingo, febrero 05, 2017

El invento de los antitaurinos (Antonio Caballero)

El problema detrás del debate sobre las corridas de toros es la ignorancia. Los enemigos de la fiesta de los toros, sean animalistas sinceros o politiqueros sin escrúpulos, no saben de qué están hablando: no saben qué es, en qué consiste, la fiesta de los toros. No pretendo, por su- puesto, que la conozcan en detalle: sus orígenes míticos, la multiplicidad de sus significados, su historia en los últimos siglos, sus efemérides trágicas, sus reglamentaciones burocráticas. Lo que vuelve imposible la discusión con ellos es que no saben por qué ni para qué se torea. Como quien no sabe para qué se baila, o para qué se compone música, y, por no entender el sentido de esas actividades, decide condenarlas tachándolas de inmorales.

Por su valor ilustrativo, y no por buscar el prestigio de autoridades, traigo a cuento una anécdota pictórico-taurina. Le preguntó una vez el pintor Pablo Picasso a su amigo el matador de toros Luis Miguel Dominguín: “¿Tú por qué toreas?”. Y Dominguín le preguntó a su vez: “¿Tú por qué pintas?”.

Los antitaurinos no saben por qué se torea, ni por qué se va a los toros. Pero en vez de intentar averiguarlo, se inventan un porqué: por sadismo, dicen: por amor a la sangre violentamente derramada; por placer en el dolor y la muerte de bellos animales; por complacencia morbosa en la tortura. De nada sirve que toreros y aficionados les expliquemos unánimemente que no es así, y que si esos fueran los elementos que constituyen el toreo y la afición nosotros no seríamos ni toreros ni aficionados a los toros. De nada sirve que ese perfil de crueldad torpe y gratuita corresponda más bien al de muchos de los antitaurinos: como los que vimos el otro domingo en Bogotá tirando piedras y gargajos y gritando insultos, o como los que en las redes sociales lanzan amenazas de violencia contra los aficionados o se alegran al enterarse de que un torero ha muerto en el ruedo. No quieren saber en qué consiste lo que de antemano desprecian y condenan. Prefieren creer en su propio invento, y es ese invento grotesco lo que no les gusta.

Con razón. A nosotros tampoco. Lo que nos gusta no es la tortura, sino el arte del toreo. La belleza del juego, el valor del combate, el sentido del sacrificio: todo lo que los toros son, y que los antitaurinos no quieren ver que son, y sustituyen en su argumentación autista por una caricatura esperpéntica.

-Aquí el artículo completo-

2 comentarios:

  1. E X C E L E N T E artículo. Enhorabuena. PD: Y por cierto, qué fastidio y necedad tan vil la de los antis. Auténtica ignorancia como se ha señalado. // Atte., Torotino.

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  2. No se puede razonar ni discutir con nazis, que es lo que son los antitaurinos.

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