lunes, abril 03, 2017

Sobre la tarde de Ángel Sánchez en Las Ventas ( Barquerito)

 De Ángel Sánchez fue la tarde y será la fama pues no es cosa común ver a un debutante torear con tanta pureza, tanto empaque, tanto garbo y tanto temple.
Un novillo extraordinario, sí, pero toreado con carísimo primor. Faena de altos vuelos, resuelta con la sencillez propia del toreo que, por su ajuste de mano baja, su despaciosidad y su ligazón, se llama, muy propiamente, profundo. Con el capote, la verónica traída por delante, acompasada. Y, sobre todo, con la muleta, en profusa pero intensa faena, de hasta casi diez tandas sin que sobrara ni pesara ninguna, porque todas tuvieron su encanto o su razón particulares. Desde una primera rodilla en tierra hasta una última de tres naturales abrochados con la trincherilla y el de la firma.
En el cuerpo de la faena, todo sustancia, variaciones en la distancia, en el dibujo del muletazo –soberbios los naturales ayudados, de estirpe antoñetista-, a suerte cargada los pases de pecho, grave alegría en el toreo casi frontal, siempre vertical y relajada la figura. El encaje perfecto. Natural compostura. La faena se vivió con clamor constante y rampante. Tres pinchazos sin apuntar ni cruzar, una defectuosa estocada perpendicular y trasera, rueda de peones. Y hasta la próxima.
Posdata para los íntimos :
Torero habemus! (Aleluya, aleluya...!)



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